miércoles, 17 de agosto de 2011

Restauración de espejo-tocador portátil.

¡Hola amigos!, hoy quiero mostraros el proceso de restauración de un bonito y coqueto espejo de sobretocador realizado en el s.XIX, en caoba maciza y chapa de palma de caoba. Además me va a servir para hacer una pequeña reflexión acerca de los muebles chapeados en sus diversas formas.

chapa de palma de caoba
raiz de thuya
Cuando hablamos de que un mueble es chapeado, la primera impresión es pensar que esto es un signo de baja calidad, pero realmente no es así; de hecho fue una práctica habitual a partir del s.XVII, cuando lo que se quería fabricar era un mueble de lujo, puesto que los ricos efectos que se consiguen recubriendo el mueble con determinadas chapas (raiz de nogal, de roble, de chopo, de tejo, de thuya, palma de caoba...) o realizando composiciones de marquetería sobre el mismo, no se podían conseguir trabajando con madera maciza. Hasta entonces, las decoraciones del mueble se realizaban mediante tallas, incrustaciones, pinturas o dorados.

raiz de nogal americano
 Pero a la hora de la conservación del mueble, esta práctica decorativa sí que puede convertirse en un problema. Y es que, generalmente se elegían maderas de baja calidad para el "armazón", ya que no iba a quedar visto. Con el tiempo, estas maderas, que no recibían ningún tipo de protección, son atacadas irremediablemente por insectos, y es muy habitual encontrar fastuosos muebles, decorados con ricas marqueterías, o recubiertos con las más bellas chapas....y totalmente arruinados en su interior (recordemos que las termitas excavan sus túneles para alimentarse, en el interior de la madera, dejando una fina capa que las protege de la luz, que en este caso sería la chapa). Esto conlleva un trabajo de recuperación del mueble, trabajoso y que generalmente pasa por tener que levantar la marquetería o la chapa y reconstruir el interior, para volver a colocar la chapa sobre la nueva superficie ya tratada.

Pero volvamos ahora al proceso que quería mostrar. Las partes macizas del espejo-tocador, estaban en perfecto estado (salvando el barniz) ya que se trataba de caoba, que como habréis oído en muchas ocasiones no es atacada por insectos xilófagos. El problema lo presenta el cuerpo de la base, que alberga las gavetas, ya que está chapeado en palma de caoba (frente de las gavetas) y caoba (el sobre), y el armazón está realizado en madera de abeto.

La tapa superior está completamente "comida"; en este caso hasta la chapa que lo recubre está en mal estado. Así que una vez decapado el barniz, que presentaba un aspecto cuarteado irrecuperable, y desinsectado el mueble, procedemos a la reconstrucción.
El primer paso consistirá en consolidar las partes que aún estando comidas, son recuperables. Para ello hacemos uso de Paraloid B-72, disuelto en disolvente universal, mediante inyección e impregnación. Cuando el Paraloid haya secado reconstruimos las zonas afectadas con masilla de dos componentes, en este caso Axon y una vez seca la mezcla lijamos hasta dejar una superficie lo suficientemente lisa como para apoyar la nueva pieza que hemos fabricado para sustituir la chapilla inservible.
Para darle más solidez a la base elegimos una chapa de D.M. rechapado en caoba, también conocido como caobilla. Utilizando como plantilla la forma de la base, recortamos la forma con la ayuda del sinfín o sierra de cinta. No podemos olvidar cantear ( cubrir los cantos con chapilla de caoba). Una vez realizado este trabajo debemos recortar los rectángulos que permiten insertar los brazos en forma de cisne que sujetarán el espejo. Lo hacemos con la ayuda de taladro para abrir el hueco y formón para definir el rectángulo.
Las gavetas no presentaban ataque de insectos, por lo que el trabajo a realizar se reduce a pegar las chapas despegadas y sustituir las que faltan. Y ahora nos toca encolar la tapa al cuerpo, las patitas a la base, tintar para igualar el color (una mezcla ideal es nogal y caoba en proporción 60/40%) y ¡a dar muñequilla se ha dicho!. Explicar el proceso de dar muñequilla es complejo, ya que como siempre digo, es una cuestión de tacto: tu mano y la muñequilla caminan juntas y saben cúal es el camino a recorrer...Requiere mucho tiempo de experiencia, pero dedicaré alguna publicación a intentar dar algunas nociones básicas. 









Una vez acabado el proceso de dar muñequilla y aplicado el "toque" secreto del taller, por fin está listo para aquello de... "espejito, espejito...".


 


Recordad que este espejo de tocador está en venta, y que para saber más acerca de éste u otros muebles que vendo podéis ir a la sección "Restaurata vende...." , pinchando en este enlace o accediendo a la página principal del Blog.

Un saludo y ¡hasta pronto!.

domingo, 7 de agosto de 2011

El armario verde.

¡Hola amigos lectores!, lamento no haber actualizado el blog en tanto tiempo, sobretodo después de la sorpresita que me llevé al abrirlo, después de varias semanas (ups...), y ver que tenía, nada más y nada menos, que 11.722 visitas; y yo que quería escribir una entrada especial para celebrar la 10.000 visitas!.

Pues nada, ¡a celebrar las casi 12.000!.

El motivo de no escribir en tanto tiempo es que (por suerte), estoy un poquito desbordada de trabajo, y ponerse al día en cuestiones de restauración es un poco complicado, debido a la lentitud y dedicación del trabajo.

He tenido varias cosas entre manos, pero lo que voy a compartir hoy con vosotros, es el proceso de restauración de un armarito de los años 30-40 del s.XX, que llegó al taller pintado de verde por fuera y de una suerte de cal o pintura de pared en su interior. Estructuralmente no se encontraba especialmente mal a simple vista, pero la capa de pintura prometía dar trabajo.

El armario tiene dos puertas frontales y dos laterales, una a cada lado. Me recordaba mucho a la Vitrina Roja, (podéis ver el proceso pinchando sobre el enlace), por esa curiosa forma de aprovechar el espacio.

En primer lugar desmontamos las tablas traseras del armario, ya que algunas de ellas estaban en muy mal estado debido a la "carcoma",  y así poder fabricar otras con las que sustituir las deterioradas.

Tras mantenerlo un tiempo en cuarentena, desinsectándolo, ya que presentaba señales de ataques de xilófagos, comenzamos a eliminar la pintura. Desgraciadamente (ya que fue imposible respetar la pátina de la madera) tuvimos que apoyar la escasa acción del decapante, con la de la raspilla de ebanista y así empujar la especie de chicle que se formaba entre la capa verde y el barniz ennegrecido, tipo brea, que encontramos debajo.

Y como es habitual en los trabajos de restauración...las cosas sieeeempre se complican. La madera de pinsapo con la que estaba fabricado el armario, quedaba manchada de negro, ya que los restos se metían por entre las grietas y poros de la madera, que presentaba un aspecto bastante hebroso. No quedó más remedio que pasar la lijadora procurando usar granos lo más finos posible, e incluso hubo grietas en las que hubo que usar bisturí, para sacar los restos.

Una vez limpio el exterior pasamos a lijar el interior, ya que también presenta dificultades para retirar el acabado.

Con la madera del armario limpia, procedemos a reconstruir los múltiples agujeros y arañazos que presenta, utilizando para ello masilla de dos componentes Axon para el exterior (por ser de una tonalidad clara y más fácil de unificar el color a la hora de dar el acabado) y masilla blanca (tipo Modostuc o Liteplast) para el interior, ya que va a ir empapelado y no necesitamos unificar color, tan sólo rellenar los huecos para que el papel no se hunda. Una vez seca la mezcla la lijamos y ya podemos dar el tinte al exterior el armario.

¡Ah!, pero el armario no tenía patas..., bueno sí, unos tacos de madera, que aparte de estar carcomidos eran bastante poco estéticos. Así que con unos tacos de pino y la ayuda de un sinfín (sierra de cinta que sirve para realizar cortes curvos) fabricamos unas patitas que suelen quedar bastante bien en casi todos los muebles. Para rematar el trabajo y dar unidad, chapeamos en pino las maderas con la que estaba hecha la base del armario (en la foto podéis ver el estado antes de chapear) y que conservamos porque, 1º, formaban parte de la estructura del armario, y 2º, estaban en un estado recuperable.

Como vamos a empapelar debemos dejar el armario completamente acabado para que el papel, una vez puesto, no se deteriore o manche. En este caso elegimos un barniz al agua satinado y lo aplicamos a pistola, lijando entre capa y capa, hasta que la madera adquirió cuerpo, ya que como antes mencioné presentaba una textura deshilachada.

El broche final lo ponemos aplicando cera, en este caso fabricada en el taller, pero que bien podría ser la de la marca Lakeone (cera de patinar que se fabrica en diversos colores), que ofrece muy buenos resultados.

Y comenzamos con la parte del empapelado. Se eligió para ello un precioso papel decorado con almendros en flor. Para esta fase precisamos una superficie limpia donde cortar el papel, una regla larga, tipo paralex (las reglas de las mesas de dibujo técnico), o bien una madera sin empenar, bien cepillada; cola y brocha de empapelar y un cutter o un bisturí...Tendremos que planificar qué partes del papel usar y cuáles cortar y sobretodo...¡MUCHA PACIENCIA!

Aquí podéis ver algunos de los pasos a seguir en el empapelado y el resultado final. Como veréis, las traseras las colocamos al final, ya que el trabajo resulta así más sencillo: si las ponemos desde el principio, no podemos manipular bien los papeles de los laterales, techo y suelo. Este trabajo es bastante recomendable hacerlo entre dos personas.

El trabajo más duro ha pasado y ahora llega el momento de los retoques, por ejemplo, las puertas delanteras llevan cerradura y hay que colocarla y ajustarla, no sin problemas, pero solventables con un poco de calma...Ponemos los tiradores elegidos y ahora sí, colocamos y ajustamos las puertas.
                              

Por último nos toca colocar las baldas y la gaveta. Las primeras hubo que hacerlas nuevas y aquí podéis ver el proceso de lijado y de encolado, ya que los tableros que se consiguieron, no tenían la medida necesaria.

El proceso para la gaveta consistió en darle el mismo acabado que el armario y empapelarle el fondo.









Recordemos en este momento que también hay que retocar las traseras ya que hemos tenido que sustituirle algunas piezas; así que igualamos color, damos una mano de barniz y enceramos


Y lo siguiente, a medir, colocar las baldas... ¡Y trabajo acabado!




En general ha sido un trabajo costoso, tanto por el tamaño del mueble, como por el estado de la madera, pero el resultado final, sobretodo en los casos más complicados, merece la pena.


Espero que os haya gustado la transformación de oruguita, en linda mariposa.



Y ya sabéis, si tenéis algún mueble con una apariencia similar, en estado o forma, al que hoy os presentaba, pensad que, trayéndolo al taller de Restaurata, obtendréis un precioso mueble con toda la solera del pasado.

Un gran saludo para todos, y... muchas gracias por leer lo que publico. Saber que a tanta gente le interesa este duro, pero maravilloso trabajo, me hace sentir realmente orgullosa.
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