domingo, 12 de agosto de 2012

RESTAURACIÓN DE MUEBLES DORADOS.

Hola amigos, os quiero mostrar unos de los últimos trabajos salidos del taller. Poco a poco os iré poniendo al día de todo lo acontecido estos últimos meses en Restaurata!!.

Se trata de un juego de sofá, butaca (en origen eran dos, pero una no se conserva) y dos sillas Luis XV, fabricadas en el s.XVIII en Francia, probablemente en madera de nogal, estucadas y acabadas mediante la técnica del dorado al agua.

Como era habitual en la época, se alternan zonas con oro bruñido con otras sin bruñir. De esta forma se acentúa el relieve de las tallas y los juegos visuales en las zonas planas.

 

Como aún no os he hablado de técnicas de dorado, esta entrada también la vamos a usar para mencionar los materiales necesarios, y para esbozar los aspectos técnicos, tanto para dorar, como para restaurar dorados.

Cuando el juego de asientos llegó al taller, presentaba el siguiente estado:
    
                - conservaba la tapicería original en el sofá y la butaca (algo deteriorada) , pero no en las dos sillas.
                - la estructura de muelles estaba vencida y algunas cinchas rotas.
                - el oro prensentaba un aspecto oscurecido y opaco debido a la suciedad acumulada en los recovecos y a la capa de barniz oxidado que recubría toda la supenficie. Aparte de esto se apreciaban zonas de desgaste del oro, dejando al descubierto el bol. Algunas de estas lagunas presentaban repintes de óleo.
                  - varias zonas de las tallas (copetes y salientes), se habían perdido.
                  - el respaldo y brazo de la butaca estaban partidos.

 












 
 

 





El dorado tradicional (al agua, a la templa o al guazzo) consiste en recubrir una superficie de madera, estucada y embolada, con finas láminas de oro.

El oro es un metal noble, que en estado puro es dúctil y blando, y es por ello, para su mejor utilzación, que se alea con cobre y plata. En función de la cantidad de cobre o plata que contenga tenderá a tener una tonalidad rojiza, o verde amarillento. Si no estuviese aleado sería imposible reducirlo a panes (finas láminas), pues quedaría pegado a la superficie que lo contuviese; tampoco podríamos manejarlo, pues al no tener cuerpo, se deshace y desaparece.

Tradicionalmente la fabricación de los panes, llevada a cabo por los "batihojas", se realizaba batiendo la aleación en un crisol, después martilleando la mezcla hasta obtener el grueso de un papel, que se corta en cuadraditos de 4 cm. de lado. Sucesivamente, se van introduciendo en una estructura que contiene entre 1000 y 1500 hojas de tripa de buey, que las comprime y se vuelven a martillear. Así hasta obtener las finísimas hojillas, que introducidas en librillos de papel de seda encontramos en el mercado.

Desde principios de s.XX, debido a la industrialización, la obtención de los panes se realiza por precipitación galvanoplástica.

Existen varias ténicas de dorado, dorado al agua, dorado al mordiente y al óleo, dorado al mixtión o a la sisa, corlas, pátinas y lacas de oro, dorado por inmersión o "au trempé", dorado al mercurio, doradura química, o dorado galvánico o electrolítico.

La técnica con la que habitualmente vamos a trabajar en restauración es la más tradicional de todas: el dorado al agua.

Para que nos familiaricemos con la terminología, os hago un breve resumen del procedimiento para dorar al agua:

Prepararemos la superficie (generalmente madera), aplicando el estuco o gesso, que realizaremos a base de sulfato cálcico disuelto en cola de conejo previamente hidratada y calentada al baño mária.

El punto más importante de esta técnica estará en el tratamiento de la superficie, así que será imprescindible que las sucesivas capas que apliquemos de estuco queden perfectamente lisas, cosa que conseguiremos mediante lijado. Una vez conseguida una superficie perfecta y previamente al hecho de dorar, deberemos depositar un asiento para el oro (que permitirá su posterior bruñido) constituído por un Óxido de Hierro purísimo que llamaremos BOL. Este óxido de hierro estará disuelto en un adhesivo acuoso (cola de conejo disuelta en agua, también llamado templa). Se aplica en capas de distinto espesor.

Tras aplicar el Bol, lo puliremos con un pincel con el pelo cortado al ras, llamado "perrillo", y ya podremos ir cubriendo la superficie con el pan de oro. Las láminas las cortaremos con el cuchillo de dorador sobre una almohadilla especial llamada pomazón, y las aplicaremos con un pincel especial llamado polonesa, tras humedecer lijeramente el bol con agua-cola (la misma cola que hemos preparado para el gesso y el bol, pero con más cantidad de agua). A medida que vayamos colocando oro iremos "aplacándolo" (fijándolo a la superficie), con un pincel de pelo de marta, el mismo con el que retiraremos los posibles restos de oro que hayan quedado sueltos.

El bruñido se llevará a cabo frotando con una piedra de ágata (existen multitud de formas que se adaptan a la superficie a bruñir), una vez pasadas de una a varias horas, dependiendo del clima de cada zona. El sonido arenoso al frotar nos indicará que estamos bruñendo en el momento adecuado. Eso, y el fabuloso brillo que conseguiremos.

Respecto a la restauración y reintegración de dorados, podemos decir que se trata de un tema controvertido. A priori, podemos pensar que básicamente, consiste en redorar las zonas que han perdido el oro. No es tan sencillo. Recordemos que un buen trabajo de restauración será aquel en el que respetemos, tanto las señales de la antigüedad, del paso del tiempo, como la imagen original de la pieza. En el caso de los dorados se valora muchísimo el característico desgaste del oro, que deja al descubierto el bol. Así mismo, si repusiéramos simplemente la lámina de oro, habría un contraste eviente entre la lámina repuesta y el resto el oro, ya envejecio y desgastado.

Por tanto, podríamos decir que, se trata de establecer un equilibrio entre la estética de la pieza y su correcta conservación y preservación.

Según nos expone Enriqueta González-Alonso Martínez, en su Tratado del dorado, plateado y su policromía", hay varias prácticas que se consideran correctas en cuanto a reintegración de dorados:

 1. Reposición de la placa metálica, con la consiguiente adecuación óptica del oro meiante el uso de pátinas.
 2. Realización de rigattino, o una selección efecto-oro.
 3. Reposición por medio de una tinta plana, que posibilite una lectura visual aséptica, que recibirá el nombre de restauración arqueológica (prima la menor intervención posible y se aplica en piezas anteriores al s.XVIII).
4. Reposición por medio de un trattegio, constituío por líneas verticales muy abiertas y largas que, en alternancia de color, cubren o bien superficies repuestas con tintas planas, produciendo una modulación óptica visual, o bien superficies repuestas con hoja metálica, delimitando y poniendo en evidencia o complemetando la zona repuesta.

Estas pautas teóricas, a grandes rasgos, nos van a ayudar a entender los pasos dados en el trabajo del que os estoy hablando.

Lo primero que debemos hacer es encolar las piezas partidas de la butaca.
El segundo paso será reconstruir las zonas del estuco que se han ido perdiendo a lo largo de los años. Para ello utilizaremos estuco fino, especial para restauración, que al  venir preparado, nos facilita muchísimo la actuación y además es de alta calidad. Ayudánonos con una espátula vamos rellenano grietas o dando forma a las zonas a reconstruir. Si alguna de las partes faltantes fuese de dimensiones considerables, o de gran detalle (parte de una talla, una hoja, un saliente...), primeramente la reconstruiríamos con masilla de dos componentes, para que el estuco tuviese una base sólida
. 
Una vez realizados estos pasos mayores, y debido a la delicadeza del oro, decidimos proceder a la fase de tapizado, antes de adentrarnos en el proceso de restauración del dorado en sí, y así evitar posibles daños derivados del manejo de los sillones a la hora de reforzar los muelles, o de la colocación de la nueva tela.

Aquí os muestro algunas imágenes del proceso.


Se conservó toda la estructura de tapicería, pues estaba en muy buen estado, reforzando las cinchas.
La tela sustituyó a petición del cliente, debido al estado de conservación de la misma. El tejido original, un brocado de gran calidad, se guardó y adjuntó al trabajo una vez entregado.

La tela elegida fue una espléndida combinación de la firma Gastón y Daniela, que consistía en un damasco para el sofá, tejido rayado para la butaca y liso para las sillas. Se procuró mantener el juego de sedas y dorados de la original, pero aligerando los motivos.

Y por último, nos adentramos en la fase más delicada. La limpieza de la superficie dorada. Previamente cubrimos la tela, que quedó a falta de rematar con los vivos (remates para cubrir las zonas de fijación de la tela al soporte), con plástico que la protegiese.

Antes de elegir el método de limpieza, procederemos a hacer varias catas o pruebas, que irán de menor, a mayor grado de acción. Así pues, hacemos prueba con hiel de buey y agua, en proporción de un 20-25%, aplicada en caliente con hisopo, pero debido al intenso grado de suciedad existente apenas es efectiva.

 Lo intentamos con otros medios, pero el que finalmente resulta más efectivo, es el ácido acético glacial, que al mismo tiempo, resulta un estupendo regenerador del brillo del oro antiguo.



Tras la limpieza, que resultó un proceso largo e incómodo, debido a la gran capa de suciedad, barniz y repintes que cubrían el oro y al intenso olor del ácido acético, procedemos a embolar las zonas en la que se deberá redorar. 

Bajo mi criterio y una vez comentado con el cliente, elegí un redorado parcial, que posteriormente se trabajaría mediante líneas, pátinas y algún toque de cera, pero que dejaría zonas de bol al descubierto. Un trattegio, como antes os comentaba.

Así pues embolamos y una vez seco, comenzamos a dorar.


Una vez repuesto el oro, aplicamos pigmentación mediante pinceladas largas, alternando gamas de color, con las que conseguiremos disimular ese efecto de excesivo brillo que produce la lámina de oro recién puesta.




Finalmente, como medida de protección del dorado y la pátina usada para reintegrar, aplicamos una ligera mano de goma laca descerada superblonde.

 Y ya sólo nos queda descubrir la tela para rematar el tapizado, ya que para facilitar la colocación del plástico, habíamos dejado pendiente el remate. En este caso no colocamos galón, sino un remate llamado doble-vivo elegido por el cliente.

A continuación, las fotos del saloncito terminado, y colocado en casita!


Como siempre, un laborioso trabajo, con un gratificante resultado.

¡Hasta la próxima, que prometo será muy pronto.!!! 

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