viernes, 30 de julio de 2010

Secretos de taller. EXTRAER CLAVOS Y TORNILLOS

Algo que en apariencia debería ser tan simple, puede, a veces, convertirse en algo desesperante. Además, en muchas ocasiones parece que alguien ha querido divertirse a nuestra costa, colocando clavos a diestro y siniestro. Para todas esas ocasiones en las que un clavo, o un tornillo quiera amargarnos un trabajo, os ofrezco estos trucos.

   En el caso de los clavos, como primera opción podemos probar a darle un golpe seco en la cabeza con un botador o martillo(A). De esta manera, solemos conseguir que se afloje y así poder aprisionar la cabeza y sacarlos apalancándolos. Realmente el problema radica en cómo hacer que la cabeza sobresalga, ya que una vez la tenemos fuera, existen numerosas herramientas con las que poder extraerlo. Por ejemplo, una magnífica herramienta, de fabricación casera podría se un formón viejo (20 o 25 mm. de ancho) en cuyo filo practicaremos una muesca en forma de "v" (B). Con el bisel del formón hacia abajo introduciremos la muesca a ambos lados de la cabeza del clavo, hundiéndolo en la madera (sin causar demasiados desperfectos); finalmente tan sólo deberá hacer palanca, basculando sobre el bisel del formón. Esta herramienta también puede servirnos para quitar las tachuelas de una tapicería.
  
El siguiente método es válido tanto para clavos, como para tornillos rebeldes. Es sabido que el hierro y el acero se dilatan con el calor, pues el procedimiento consiste en aplicar calor a la cabeza del clavo o tornillo, para que estos aumenten de tamaño, separen las fibras de la madera de su alrededor, y al enfriarse y recuperar su tamaño original, estarán flojos y podremos extraerlos. Para ello utilice la una punta de soldador o caliente con un soplete el extremo de una varilla de acero y aplíquela en la cabeza del clavo o tornillo (más rápido)(C).
En los casos en los que pueda acceder al ensamble, trate de abrirlo un poco insertando en la unión un formón o un hierro de cepillo viejos, a golpe de martillo, y haga palanca (D). Una vez tenga espacio suficiente, intente cortar el cuerpo visible del clavo con una segueta para metales. Una vez separado el ensamble, haga sobresalir las cabezas con la ayuda de un botador, golpeando el clavo por el lado opuesto y ya podrá sacar ambas partes haciendo palanca con unas tenazas y apoyándose siempre en un taco de madera, con el fin de no dañar el mueble y de ejercer mayor fuerza de apalancamiento(E).
  

En el caso de deformaciones en la ranura de los tornillos, pruebe a colocar la punta de un destornillador plano y no muy grueso en la ranura, y a darle golpes secos con un martillo. Esto hará que la muesca del tornillo quede marcada de nuevo y el tornillo se afloje a fuerza de los golpes. Con el mismo destornillador pruebe a girar, ejerciendo presión firmemente sobre la cabeza. A mí suele sacarme de muchos aprietos.

Cuando el tornillo está muy duro puede incrementar la fuerza de torsión fijando un sargento pequeño a la pala del destornillador, usándolo de asidero, además del mango.

Otra fórmula es el extractor de tornillos, que se usa de la siguiente manera: señale con un punzón el centro de la cabeza y taladre un agujero guía de unos 3 mm. de diámetro hasta introducirse en el cuerpo del tornillo. Inserte la punta del extractor (que viene a ser como un sacacorchos) en el agujero y atornille hasta que esté firme. A continuación desenrósquelo; el extractor y el tornillo deberían salir juntos.

Por último, y a mi parecer como última solución, podemos usar este invento para extraer tanto clavos como tornillos. Se trata de un trozo de tubo hueco de acero o hierro de unos 8 cm. de largo y 10 o 12 mm. de diámetro, en uno de cuyos extremos deberemos tallar con una lima una serie de dientes pequeños en todo el perímetro (F). El tubo deberá caber en el mandril de la taladradora, si no es así, puede introdudirle una clavija de madera por el extremo no dentado, hacerle un pequeño agujero pasante, en el que quepa un clavo, tanto al tubo como a la espiga para fijarlos, ya que deben girar juntos, y por último ajuste la madera al tamaño de la boca del taladro. Ahora puede taladrar alrededor de nuestro elemento de discordia; normalmente con un mínimo de taladro el tornillo o clavo, ya estarán flojos como para sacarlos con unos alicates de punta fina. Efectivamente queda un agujero, es por ello que considero este método muy agresivo para un mueble antiguo, sobretodo si el clavo o tornillo está en una zona visible, pero es cierto que a veces es el único remedio. El agujero lo reintegraremos con un tarugo o con masilla.

   Espero que estos consejos os ayuden a no cogeros un ataque de nervios!.

viernes, 9 de julio de 2010

Secretos de Taller. Limpieza de bronces

   Se llama "bronces" a las bocallaves, los tiradores, los perfiles, los embellecedores de patas o los adornos de bronce. Recibirán el nombre de "herrajes" esas mismas piezas cuando son de hierro.

   El bronce es una aleación de cobre y estaño. Hoy en día se emplea cada vez más el latón, que es una aleación de cobre y zinc, menos noble pero más blanda. Ambas son de color amarillo brillante.

    Algunos bronces son dorados, también llamados "ormolú" (ya que derivan de la expresión francesa bronze doré d´or moulu o bronce dorado), es decir, recubiertos de una fina capa de oro de ley. Antes de proceder a su limpieza habría que saber si el bronce está dorado o no, porque aunque tradicionalmente se ha usado el amoniaco como limpiador del bronce, este producto destruye el oro, por lo que con los bronces dorados hay que tener un cuidado especial. En cualquier caso, sólo muebles excepcionales y muy antiguos, poseen bronces dorados de oro de ley. Si tiene un mueble muy antiguo y tiene dudas, no lo toque, llévelo a un restaurador.

   En el caso de que se trate de un bronce dorado, deberá proceder con una limpieza muy poco agresiva. Primero se desmontará el bronce, y se pulverizará con un limpiador de hornos casero o se sumergirá en agua muy caliente con detergente de buena calidad. Ambos productos llevan agentes quelantes, que son los encargados de desprender la suciedad y grasa depositadas en la superficie, sin dañar el oro. Elimine la suciedad frotando con un cepillo de dientes viejo y aclare abundantemente con agua limpia. Nunca utilice un limpiador de metales o lanilla con un bronce dorado, ya que se llevará el oro y arruinará la pieza. Para ambos métodos, si el resultado es un amarillo vivo y brillante, indica que los bronces son dorados. Si no son dorados, este tratamiento no tendrá efecto y habrá que llevar a cabo una limpieza más radical.

   Si tiene claro que el bronce no está dorado, puede llevarse a cabo la limpieza de varias formas, dependiendo del grado de suciedad. Lo más sencillo es intentar sacarle brillo con una lana de acero fina (triple cero), en seco o con la ayuda de un poco de cera, y sin necesidad de desmontarlos. Si la suciedad persiste, use un producto limpiador especial para cobre, plata o latón, pero teniendo cuidado de no insistir en los engastes, ya que se llevaría esa pátina tan valiosa y que tantos años ha tardado en formarse. Estos productos son corrosivos, por lo que no debe olvidar proteger la madera, ya que si nó, puede estropear el barniz o cera que la recubre. Después repase los bronces con pequeño cepillo mojado en agua, para evitar que queden sedimentos blancos o verdosos del producto en los recovecos. Cuando estén secos, encérelos con cera incolora o clara.

   Por último queda la limpieza a fondo, si los bronces están muy oxidados. En este caso, el único modo de hacerlos relucir es desmontarlos y decaparlos con amoniaco. Ver truco para extraer tornillos o clavos rebeldes.

   Sumerja los bronces, según su grado de oxidación, en una palangana llena con una solución de amoniaco y agua a partes iguales, o en el caso de que aún así no fuera suficiente en amoniaco puro. Insisto en la importancia de conservar la pátina de los bronces, a fin de que no reluzcan demasiado,y de no perder esa valiosa pátina, así que es importante controlar el tiempo de sumergido. Con unos segundos si se trata de amoniaco puro es suficiente.

   Es conveniente realizar la limpieza de los bronces uno a uno, ya que al sacarlos del amoniaco hay que limpiarlos inmediatamente pues si nó se oxidarían, y si tenemos varios sumergidos, mientras limpiamos uno, los otros estarían demasiado tiempo en el amoniaco.
  
   Con unos guantes saque el bronce y cepíllelo con un cepillo metálico fino; aclárelo enseguida con mucha agua, séquelo con un trapo o con serrín, como antiguamente. Finalmente dele brillo con una lana de acero muy fina y finalmente puede protegerlos de la oxidación con un barniz incoloro para metales o con cera incolora o clara.

   Detalles a tener en cuenta:

   * Para usar el amoniaco, hay que hacerlo al aire libre y llevar guantes, mascarilla y gafas.

    * Para limpiar los bronces que son demasiado grandes para sumergirlos en una palangana de amoniaco, utilice un producto de limpieza para llantas de coches o un producto para la plata, ya que para que el amoniaco haga efecto, es preciso que el bronce esté sumergido por completo, si nó, se oxida en lugar de limpiarse. Seque el bronce con alcohol de quemar, de barnizar, o doméstico.

   Para evitar mezclar los bronces y los tornillos una vez desmontados del mueble, es conveniente que los numere por detrás, haciéndoles una pequeña marca con una lima. En el caso de los tornillos fíjese bien en su colocación, póngalos sobre una hoja de papel en la que habrá hecho previamente un boceto de la forma del mueble. Esto es muy útil, pues no todos los tornillos son iguales, y por tanto los agujeros no tienen los mismos diámetros.
   
    * Cuando los bronces estén fijados con clavos, ayúdese de un formón viejo, haciendo palanca en el bronce. Un cartón le servirá para proteger la madera y con unos alicates podrá extraer los clavos.

  
  

Michael Thonet y la revolución del haya vaporizada.

  La sillas de madera curvada originales, fueron desarrolladas por el "cabinetmaker" y diseñador austriaco Michael Thonet (1796-1871). Como artesano, creció en el ambiente "Biedermeier", que concedía suma importancia a la sencillez, comodidad, gracia y funcionalidad; sin duda pude considerársele precursor del Art Nouveau. A partir de 1830 empezó a ensayar nuevas técnicas, sin las, hasta entonces habituales, tallas y ensamblajes de la madera. La solución que primero encontró, procedía de la construcción naval y consistía en el empleo de calor y agua para curvar tiras de madera, laminadas conjuntamente y moldeadas de la forma deseada (previamente, en 1808 el americano Gragg, patenta en Boston un sistema de plegado de la madera curvada mediante vapor). En 1841 Thonet había avanzado en sus ensayos hasta el punto de obtener patentes en Francia, Inglaterra y Bélgica; en la misma década aplicó nuevos procedimientos en muebles que suministró al Palacio Liechtenstein de Viena. Los modelos que diseñó para este prestigioso encargo, fueron los precursores de los muebles de madera curvada que hoy se producen con maderas sólidas, tratadas al vapor y trabajadas para darles forma, y que coparon gran parte del mercado de masas europeo y americano en la segunda mitad de siglo.

   Él convertía largas varas de haya de una sección de 3x3 cm. en una madera fuerte, ligera y extremadamente flexible, doblándolas mediante vaporizado (las hacía pasar, ya torneadas, por el autoclave, que era una marmita cuya cubierta se mantenía herméticamente cerrada por la presión interior del vapor). La humedad absorbida por la madera la hace tan flexible que es capaz de soportar curvaturas de un radio muy estrecho. Después las metía en moldes de acero sujetas con gatos o sargentos, y las dejaba secar. La madera de haya mantenía definitivamente la forma adoptada, y a pesar de ello conservaba una notable elasticidad.

   Cuando se completaba el proceso, las piezas curvadas eran lijadas, teñidas, barnizadas y enviadas empaquetadas por barco al lugar de destino, donde eran ensambladas. Una silla básica consistía en cinco u ocho piezas de madera curvada y un asiento de madera contrachapada o de rejilla de caña. El asiento de rejilla era tejido a máquina y después insertado y pegado con cola en la ranura del asiento, o tejido a mano (ver entradas dedicadas a sillas de rejilla). Todas las piezas estaban atornilladas entre sí. El resultado era un mueble ligero, fuerte y elegante, que gracias a la producción industrial, a la eliminación del proceso de ensamblado y a la fácil manera de transportarlo (desarmado y empaquetado), redujo considerablemente los costes de producción.

   La silla de madera curvada fue exhibida con tremenda expectación en La Gran Exposición de Londres en 1851, y anunció el mayor movimiento moderno en el diseño y producción de muebles. El bajo coste de las que se llamaron sillas "Viennese Café", las volvieron famosas en el mundo entero. La silla más famosa de Thonet fue la nº14, formada por sólo seis piezas y unida por unos pocos tornillos; sólo hasta 1911 se produjeron 50 millones de ejemplares de este modelo, y se estima que tres veces esa cifra fue producida en imitaciones. Cuando la patente de Thonet expiró en 1860, fue cogida por la Hewlett and Company of London. A finales de siglo, más de 1000 diferentes diseños de madera curvada habían sido vendidos, entre ellos, percheros, mesas y sillas de diferentes descripciones, incluída la bien conocida mecedora.

   Un detalle importántísimo a tener en cuenta de este diseñador es que la típica curva en forma de bucle de sus diseños, anticipa la línea en "forma de látigo" del Art Nouveau.

   Los auténticos diseños de madera curvada fueros identificados con números, siguiendo el sistema original y nada absurdo de Michael Thonet.
  
   Sucursales de la Hewlett and Company, establecidas en cada esquina del mundo industrializado, servían sus modelos a tiendas y distribuidores. Otras muchas compañías, sobretodo en Centro Europa, donde el haya es abundante, imitaron los diseños de madera curvada y sus métodos de producción, y también vendieron sus muebles a lo ancho del mundo.

   Para distinguir los modelos originales de estos últimos tenemos que saber que una silla de madera curvada original, siempre lleva una etiqueta de papel pegada debajo del asiento antes de salir de fábrica.

   Los diseños de Thonet continuaron siendo populares a lo largo del siglo XX; sus sillas para niños fueron resucitadas por las escuelas y guarderías de los años 20. Desafortunadamente, algunas pobres imitaciones llevadas a cabo entre los años 20 y 30 le dieron a los muebles de haya curvada la reputación de ser débiles.

   Aún hoy en día, en pleno s. XXI, se siguen haciendo buenas reproducciones, sobretodo en Taiwan, y es que los muebles de Thonet tienen una elegancia intemporal, debida a la perfecta concordancia entre la forma deseada y el método de factura.

   Detalles a tener en cuenta:

   *Algunas de estas sillas tienen tapones de madera cubriendo los tornillos. Si vas a comprar alguna, asegúrate de que no los haya perdido (revaloriza la pieza).
  
   *Mira por dentro de la silla y asegúrate de que las patas delanteras están perfectamente encoladas y atornilladas. Es importante que los arreglos de estas sillas se hagan rápidamente para evitar deformaciones de la madera.
  
   *Revisa que estén todos los tornillos y reemplaza los que tengan el tamaño o tipo inadecuado, por los correspondientes.

      

viernes, 2 de julio de 2010

CLASIFICACIÓN DE LA MADERA

   En muchas cocasiones habremos oído clasificar las maderas en "blandas""duras", y no hemos sabido exactamente que significado tienen esos términos. Os los explico:

    El uso de esos términos tiene un origen histórico y debemos considerarlos como una clasificación general que presenta muchas excepciones. Las palabras "madera dura" se aplican a la madera de árboles de hoja ancha, independientemente de que sea caduca o perenne. Los términos "madera blanda", describen la madera de las coníferas, los árboles con hoja en forma de aguja.

   Las maderas duras no son necesariamente más resistentes (no tienen por qué poseer más densidad) que las maderas blandas; por ejemplo el pino de Oregón, una madera blanda, tiene la misma densidad que la caoba africana, una madera dura, y muchas especies de madera dura tienen densidades inferiores.

   En la práctica, existen muy pocas aplicaciones y usos de la madera que no puedan resolverse con las especies de madera blanda. Lo que no es posible imitar es la atracción visual de las maderas duras decorativas, así como la fuerza de las maderas duras más densas para algunos fines específicos.

   La mayoría de las maderas blandas proceden de las regiones de clima templado, incluídos Reino Unido, Escandinavia, Rusia y Norteamérica. En general cuanto más bajas sean las temperaturas invernales, más lentamente crecen los árboles, y de mejor calidad son las maderas blandas. Muchas maderas duras procedentes de climas templados son atractivas y adecuadas para numerosos propósitos, aunque algunas de ellas no son duraderas, y por tanto no son adecuadas para el uso en exteriores, a menos que reciban el adecuado tratamiento.

   La mayoría de las especies de madera dura proceden de África, América Central y del Sur, y del Lejano Oriente.

   El comercio de la madera ha tenido que ser regulado para evitar la extinción de algunas especies, y para ello se ha creado la lista del CITES (Convention on International Trade in Endangered Species). Esta lista tiene dos categorías diferenciadas: el Apéndice I incluye la lista de maderas con las que está prohibido comerciar, y el Apéndice II, incluye aquellas especies que pueden llegar a estar amenazadas si no se regulan su comercio y su explotación. El comercio con estas segundas requiere que el gobierno del pais de origen emita un permiso de exportación y que el pais receptor emita otro permiso de importación.

   Otro día hablaremos de los diferentes tratamientos para aumentar la durabilidad de la madera.
 
   Un saludo, y recordad,

  "Invertir en conocimientos produce siempre los mejores intereses"


                                 Benjamin Franklin

  
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...