¡Hola amigos lectores!, lamento no haber actualizado el blog en tanto tiempo, sobretodo después de la sorpresita que me llevé al abrirlo, después de varias semanas (ups...), y ver que tenía, nada más y nada menos, que 11.722 visitas; y yo que quería escribir una entrada especial para celebrar la 10.000 visitas!.
Pues nada, ¡a celebrar las casi 12.000!.
El motivo de no escribir en tanto tiempo es que (por suerte), estoy un poquito desbordada de trabajo, y ponerse al día en cuestiones de restauración es un poco complicado, debido a la lentitud y dedicación del trabajo.
He tenido varias cosas entre manos, pero lo que voy a compartir hoy con vosotros, es el proceso de restauración de un armarito de los años 30-40 del s.XX, que llegó al taller pintado de verde por fuera y de una suerte de cal o pintura de pared en su interior. Estructuralmente no se encontraba especialmente mal a simple vista, pero la capa de pintura prometía dar trabajo.
El armario tiene dos puertas frontales y dos laterales, una a cada lado. Me recordaba mucho a la Vitrina Roja, (podéis ver el proceso pinchando sobre el enlace), por esa curiosa forma de aprovechar el espacio.
Tras mantenerlo un tiempo en cuarentena, desinsectándolo, ya que presentaba señales de ataques de xilófagos, comenzamos a eliminar la pintura. Desgraciadamente (ya que fue imposible respetar la pátina de la madera) tuvimos que apoyar la escasa acción del decapante, con la de la raspilla de ebanista y así empujar la especie de chicle que se formaba entre la capa verde y el barniz ennegrecido, tipo brea, que encontramos debajo.
Y como es habitual en los trabajos de restauración...las cosas sieeeempre se complican. La madera de pinsapo con la que estaba fabricado el armario, quedaba manchada de negro, ya que los restos se metían por entre las grietas y poros de la madera, que presentaba un aspecto bastante hebroso. No quedó más remedio que pasar la lijadora procurando usar granos lo más finos posible, e incluso hubo grietas en las que hubo que usar bisturí, para sacar los restos.
Una vez limpio el exterior pasamos a lijar el interior, ya que también presenta dificultades para retirar el acabado.
¡
Ah!, pero el armario no tenía patas..., bueno sí, unos tacos de madera, que aparte de estar carcomidos eran bastante poco estéticos. Así que con unos tacos de pino y la ayuda de un sinfín (sierra de cinta que sirve para realizar cortes curvos) fabricamos unas patitas que suelen quedar bastante bien en casi todos los muebles. Para rematar el trabajo y dar unidad, chapeamos en pino las maderas con la que estaba hecha la base del armario (en la foto podéis ver el estado antes de chapear) y que conservamos porque, 1º, formaban parte de la estructura del armario, y 2º, estaban en un estado recuperable.
Como vamos a empapelar debemos dejar el armario completamente acabado para que el papel, una vez puesto, no se deteriore o manche. En este caso elegimos un barniz al agua satinado y lo aplicamos a pistola, lijando entre capa y capa, hasta que la madera adquirió cuerpo, ya que como antes mencioné presentaba una textura deshilachada.
El broche final lo ponemos aplicando cera, en este caso fabricada en el taller, pero que bien podría ser la de la marca Lakeone (cera de patinar que se fabrica en diversos colores), que ofrece muy buenos resultados.
El trabajo más duro ha pasado y ahora llega el momento de los retoques, por ejemplo, las puertas delanteras llevan cerradura y hay que colocarla y ajustarla, no sin problemas, pero solventables con un poco de calma...Ponemos los tiradores elegidos y ahora sí, colocamos y ajustamos las puertas.
El proceso para la gaveta consistió en darle el mismo acabado que el armario y empapelarle el fondo.
Y lo siguiente, a medir, colocar las baldas... ¡Y trabajo acabado!
En general ha sido un trabajo costoso, tanto por el tamaño del mueble, como por el estado de la madera, pero el resultado final, sobretodo en los casos más complicados, merece la pena.
Y ya sabéis, si tenéis algún mueble con una apariencia similar, en estado o forma, al que hoy os presentaba, pensad que, trayéndolo al taller de Restaurata, obtendréis un precioso mueble con toda la solera del pasado.
Un gran saludo para todos, y... muchas gracias por leer lo que publico. Saber que a tanta gente le interesa este duro, pero maravilloso trabajo, me hace sentir realmente orgullosa.
Que maravilla ! como ha quedado el armario. Me encanta tu blog, lo he descubierto hace muy poco. Me encanta lo que haces porque a mi también me gusta hacerlo. Es un trabajo duro pero gratificante.¡felicidades1
ResponderEliminarMuchas gracias! me alegra que compartamos el amor por preservar esos pedacitos de historia que caen en nuestras manos. Y me encanta que te encante el blog!! Un saludo!
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